Cuando el remedio a veces se convierte en veneno
En el imaginario colectivo, la medicina es sinónimo de curación, alivio y protección contra el sufrimiento. Sin embargo, existe una realidad más discreta, a menudo desconocida: aquella donde el acto de sanar, pese a las mejores intenciones, puede convertirse en fuente de daño. Este fenómeno tiene un nombre: iatrogenia.
Una palabra erudita para un peligro muy real. Un peligro que crece con la complejidad de los cuidados modernos, la multiplicación de los tratamientos y el aumento de la esperanza de vida. Hoy, hablar de iatrogenia es abrir los ojos ante un gran desafío de salud pública.
¿Qué es la iatrogenia?
El término "iatrogenia" proviene del griego iatros (médico) y genes (que genera). Se refiere al conjunto de efectos adversos provocados por la propia acción médica, ya sea relacionada con medicamentos, intervenciones quirúrgicas, exámenes o incluso la relación terapéutica.
Concretamente, puede tratarse de:
- Un medicamento prescrito que provoca un efecto secundario grave,
- Una cirugía que desencadena una infección,
- Un examen radiológico con una dosis de radiación excesiva,
- Un error de diagnóstico o una mala comunicación entre el médico y el paciente.
La iatrogenia no siempre es consecuencia de un error: a veces ocurre incluso respetando estrictamente las buenas prácticas. Porque todo acto médico implica, por naturaleza, un riesgo.
¿Por qué es un tema crucial hoy?
Con los avances médicos, tenemos acceso a tratamientos cada vez más potentes y tecnologías cada vez más sofisticadas. Esto ha salvado millones de vidas.
Pero cuanto más rico es el arsenal terapéutico, mayor es el riesgo de provocar efectos adversos.
Algunas cifras para dimensionar el fenómeno:
- En Francia, se estima que aproximadamente el 10% de las hospitalizaciones se deben a eventos iatrogénicos.
- Cada año, entre 10,000 y 30,000 muertes estarían relacionadas con accidentes medicamentosos evitables.
- En personas mayores, la iatrogenia medicamentosa es una de las principales causas de hospitalización de emergencia.
Y estos números sólo consideran los casos más graves reportados en hospitales. Muchos efectos secundarios más leves, pero discapacitantes en el día a día, pasan desapercibidos en las estadísticas.
La iatrogenia es, por tanto, un mal silencioso, subestimado y omnipresente.
Las principales formas de iatrogenia
La iatrogenia puede adoptar diversas formas, que podemos agrupar en grandes categorías:
1. Iatrogenia medicamentosa
Es la más frecuente. Resulta de un medicamento mal adaptado, mal dosificado o de interacciones entre varios tratamientos.
Ejemplo: una persona mayor que toma simultáneamente un antidepresivo, un somnífero y un antihipertensivo puede sufrir caídas graves debido a hipotensión o somnolencia excesiva.
2. Iatrogenia quirúrgica
Incluso una operación perfectamente realizada implica riesgos: infección nosocomial, hemorragia, complicaciones anestésicas… Algunos gestos simples también pueden causar efectos secundarios inesperados.
3. Iatrogenia diagnóstica
Un examen médico como una resonancia magnética o una tomografía puede exponer a dosis significativas de radiación ionizante. Exámenes innecesarios o mal interpretados también pueden llevar a tratamientos equivocados.
4. Iatrogenia relacional
Menos visible pero igualmente importante: una mala comunicación médico-paciente puede generar malentendidos, rechazos de tratamiento y errores en la adherencia terapéutica.
¿Se puede evitar la iatrogenia?
Evitar completamente la iatrogenia es ilusorio. Pero se puede reducir considerablemente mediante buenas prácticas:
- Informar mejor a los pacientes sobre los beneficios y riesgos de los tratamientos,
- Simplificar las prescripciones y evitar la polimedicación innecesaria,
- Implementar protocolos de seguridad en hospitales,
- Fomentar la declaración de eventos adversos para analizarlos,
- Fortalecer la comunicación entre profesionales de la salud.
El propio paciente también tiene un rol: ser protagonista de su cuidado, hacer preguntas, señalar cualquier efecto secundario sospechoso y evitar la automedicación.
Una responsabilidad colectiva
La iatrogenia no es una fatalidad. Es una alerta: nos recuerda que curar es un arte delicado, donde la humildad debe prevalecer.
Médicos, farmacéuticos, enfermeros, pacientes: todos tenemos un papel que jugar para hacer la atención más segura, más transparente y más humana.
Hablar de iatrogenia no es acusar, es comprender mejor para prevenir mejor. Detrás de cada estadística hay una historia humana, a menudo dolorosa, que tal vez pudo evitarse.
Y en esta búsqueda de una medicina más segura, cada toma de conciencia es un paso adelante.
Para reflexionar:
"El primer deber del médico es despertar la vigilancia, no adormecer la confianza."
— Louis Pasteur